Permite, perdona y pregúntate.
Tener malos momentos en la vida es algo muy común. Es algo más que habitual y que en ocasiones consigue que lo pasemos muy mal.
En mi experiencia, el mayor problema en estos momentos es la resistencia que desarrollamos ante estas situaciones. Nos defendemos con uñas y dientes intentando que lo que ya está ocurriendo, no ocurra. Lo rechazamos, criticamos y creemos que con esa lucha quizá consigamos que desaparezca. Si nos parasemos un momento, nos daríamos cuenta de lo absurda y poco inteligente que esa postura. ¿Quién en su sano juicio intentaría luchar con lo que ya Es?
En esos casos yo me digo a mi misma: sí no puedo cambiarlo, lo más inteligente es permitirlo. Sea lo que sea, es primordial dejar que suceda. Porque la represión sabemos que siempre consigue que lo reprimido acabe saliendo por algún sitio.
Una vez que permito o me permito, lo siguiente es evitar todo juicio en contra, ya sea hacía mi mismo, la situación u otra persona. El juicio nos devuelve al principio, a la resistencia, y vuelta a empezar.
Si no hay juicio, si lo omito, entonces puedo perdonar. Me perdono, perdono la situación. No hay nadie que me niegue el perdón, a no ser yo mismo. ¡Ya está bien de vivir dominado por la culpa y la creencia en algo exterior a mí, que me juzga y castiga! Esa forma de vivir es tan infantil como la creencia en los Reyes Magos. ¡Perdónate porque lo has hecho lo mejor que sabias! ¡Perdona también al otro, porque también lo ha hecho lo mejor que sabía! Por mucho que a veces ese hacer no esté de acuerdo con nuestra forma de verlo, basada, generalmente, en creencias aprendidas y obsoletas.
Una vez conseguido esto y el enorme alivio que conlleva, siéntate y pregúntate el para qué. El preguntarse para qué ha sucedido algo, el intentar entender qué significa una experiencia para mí, es la mejor forma de entenderme, conocerme y, casi con seguridad, evitar que vuelva a ocurrir.
Utilizando este pequeño esquema, yo encuentro una salida rápida a situaciones en las que antiguamente he pasado muchísimo tiempo sin encontrar solución.
Permite, perdona y pregúntate.
Qué claro, rápido y útil. Me gustan mucho tus artículos y todos me vienen estupendamente. Un fuerte abrazo en la luz.
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¡Muchas gracias, Carpisan! Un abrazo grande, en la luz, también
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